Publicado el 16/10/2020
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Una introducción a la Economía Feminista, como una corriente de pensamiento que pone en jaque el Sistema Heteropatriarcal, visibiliza las desigualdades de género y su reproducción en las diferentes esferas de la economía, orientando las acciones y practicas hacia una vida que merezca ser vivida.
Uno de los principales problemas en relación a las discusiones acerca de la desigualdad, tiene que ver en todos los ámbitos con la distribución de la riqueza: mucha riqueza en pocas manos. Luego de más de 200 años de capitalismo, la sociedad fue acrecentando esa diferencia y la mano invisible del mercado no puede como tal resolver esas desigualdades.
Es importante analizar también que más allá de la cantidad de personas ricas y pobres, las estadísticas dan cuenta de que es mayor la diferencia entre varones ricos y mujeres ricas y varones pobres y mujeres pobres, sin adentrarnos en las mujeres trans, con estadísticas mucho más desiguales.
Las mujeres ganan menos que los hombres en todo el planeta y realizan una cantidad y variedad de trabajo doméstico no remunerado, que por el hecho de “ser mujeres” se asume como propio por parte del común de la sociedad, eximiendo a los hombres del mismo desde una mirada puramente patriarcal y cultural.
Las mujeres cocinan, limpian, cuidan a las niñeces, adultxs mayores y enfermxs y en la mayoría de los casos, además tienen otro trabajo. Y las tareas de cuidado, si se difieren, son también realizadas por mujeres. El debate en relación a la Economía del Cuidado, es fundamental.
¿Se puede imaginar una sociedad con mayor igualdad si aún el trabajo doméstico y de cuidado no es reconocido?
Si analizamos y realizamos un recorrido para las principales teorías económicas, podemos observar que tanto el Liberalismo, Marxismo o Keynesianismo replican la ausencia de la perspectiva de género en sus postulados y análisis. Por eso, es necesario mirar y analizar dichas teorías aplicadas a la realidad con otros lentes, con lentes feministas. Es necesaria una reconstrucción de pensamiento, de modos de abordar la economía.
El trabajo realizado en los hogares de manera cotidiana y que no tiene un precio, debe ocupar un lugar y ser valorizado. No existe una división de las tareas del hogar en la mayoría de los casos equitativa. Ni hablar en los hogares de menos recursos.
Las mujeres realizamos estas tareas a cambio de una doble jornada laboral, en nuestros trabajos “pagos”, y de manera no paga y no reconocida en nuestro hogar. Sumado a que los salarios de las mujeres, como ya he mencionado, son inferiores al de los hombres de acuerdo a las estadísticas en la mayoría de los países. ¿Por qué esto no se cuantifica en el PBI de un país? ¿Qué pasaría si nadie se encargara de estos trabajos de cuidado? Tenemos que romper estas estructuras y seguir avanzando para romper cada vez más ese techo de cristal.
Las publicidades nos quieren vender la imagen de la “mujer maravilla”, que trabaja, es exitosa, cocina, limpia, lava, siempre está de buen humor y dispuesta a disfrutar de todo esto solo por amor, considerando estos atributos como femeninos.
La Economía Feminista viene a romper con esta mirada, a ponernos nuestros lentes violetas, y des construir entre tantas otras cosas que iremos abordando, estos lugares que la sociedad nos quiere imponer por el solo hecho de ser mujer.
Les invito a reflexionar acerca de estos paradigmas, de las rupturas y nuevas miradas. Repensar acerca de la sostenibilidad de la vida, partiendo de la concepción de poder tener una vida que merezca ser vivida, buscando un equilibrio en relación al bienestar, siendo más equitativo, y justo desde el punto de vista de la perspectiva de género.