Publicado el 26/06/2020
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Hace 201 años atrás, nacía Juana Manso en la ciudad porteña. Hoy es considerada una referenta del feminismo en la Historia Argentina. Su deseo más ferviente fue la emancipación de las mujeres por medio de la educación. Para eso, tuvo que lidiar muchas batallas contra una realidad patriarcal injusta que denigraba a las de su sexo. Su lucha hoy continúa. Cada puño feminista en alto nos dice que esto aún no termina.
Los pies de Juana Manso recorrieron varias calles empedradas de la ciudad porteña. Estuvieron frente al mar caribeño. Se embarraron en la selva tropical. Dentro del siglo XIX, fue una de las pocas que tuvo la oportunidad de viajar. De respirar aires distintos que avivaron ideas adelantadas para su época, o mejor usemos otras palabras: para el sistema patriarcal poscolonial. Fue viajera, traductora, escritora, periodista y educadora ¿Algo más? Sí, y tenía un deseo imparable por la emancipación de la mujer.
Ilustración por Manuela Cattaneo
Los primeros pasos los dio en su casa porteña. Caminar por ese ambiente de clase media alta, le resultaba muy acogedor. Pero esos momentos de tranquilidad van a sufrir una gran sacudida. Su familia adepta al partido unitario, se encontraba amenazada tras la persecución federal rosista. En 1839, a sus veinte años de edad, sus padres deciden exiliarse a Montevideo. Por un tiempo sus pies van a tomar un descanso, para que sus manos aprieten la pluma con seguridad y comiencen a escribir. El primer orgullo fueron sus primeros poemas bajo el seudónimo Mujer Poeta publicados en los periódicos Nacional y Constitucional. Era muy común en aquellos tiempos que las mujeres utilicen un seudónimo para firmar sus escritos en vez de su propio nombre.
Otra vez a entrar en marcha. Otra vez en el exilio. Otra vez en nuevas tierras. En 1842 la familia se embarcó hacia Brasil. Se establecieron en Río de Janeiro, donde Juana tuvo la chance de enamorarse. En 1844, se casó con el violinista portugués Francisco Saá Noronha con quien tuvo dos hijas. Ambos decidieron hacer caso a las voces de su curiosidad. Viajaron a Cuba y a los Estados Unidos para encontrar oportunidades. Nuevamente sus pies se encontraban en tierras desconocidas, atravesando nuevas fronteras. Que le permitieron conocer otras realidades sociales y políticas. Afirma Gabriela Mizraje, licenciada en Letras en la UBA, en el documental “Pioneras: mujeres viajeras”:
Si pensamos en Juana Manso como viajera, lo primero que hay que decir es que no viaja igual un exiliado que un turista. Juana viaja siempre por necesidades vitales, por cuestiones vitales, por problemas ligados a la índole de lo privado. Primero por un hombre, después por otro hombre, y tiene que seguirlos en los itinerarios. Lo fascinante de esto es que mientras atraviesa todas las fronteras, se va nutriendo como es inevitable. Ensancha sus perspectivas en todo sentido.
Tras el fracaso económico que resultó del viaje. Deciden regresar a Brasil. Juana aprovechó la oportunidad para impulsar una iniciativa editorial. En 1851, publicó su ”Jornal das Senhoras” donde invitaba a otras mujeres para que publicaron sus artículos. Duró hasta 1854 con notable éxito. Pero ante una serie de acontecimientos, su camino toma un nuevo rumbo. Primero, la muerte de su padre, luego el abandono de su esposo y, por último, el fin del gobierno rosista. Es decir, varias figuras masculinas dieron un paso al costado. Ante esa coyuntura, Juana decide volver a Buenos Aires.
En ese mismo año, por la buena experiencia anterior, decide fundar el ”Álbum de Señoritas” que firma con su nombre, y no bajo un seudónimo o en el anonimato. Lo que conlleva una gran valentía. El objetivo de “Álbum de Señoritas” era brindar un espacio de discusión y aprendizaje exclusivo para las mujeres porteñas. Había notas sobre filosofía, literatura, moda y teatro, también espacios para cartas de las suscriptas. Pero su deseo mayor era la emancipación de la mujer. Un deseo que se repite continuamente:
Todos mis esfuerzos serán consagrados a la ilustración de mis compatriotas, y tendrán a un único propósito emanciparlas de las preocupaciones torpes y añejas que les prohibían hasta hoy hacer uso de su inteligencia, enajenando su libertad y hasta su conciencia…
Aboga por sus compatriotas, por mujeres que se empoderen en la búsqueda de su emancipación por medio de la ilustración. Y continúa diciendo:
Quiero y he de probar que la inteligencia de la mujer, lejos de ser un absurdo o un defecto, un crimen, o un desatino, es su mejor adorno, es la verdadera fuente de su virtud.
Otras de las batallas dadas por Juana era la educación del pueblo. ”¡Eduquemos al pueblo!” insiste. En el Álbum de Señoritas, cuenta sobre este gran problema:
Las clases altas y abastadas, con más facilidad sacuden el dominio del error, su ilustración es más fácil: más esa clase pobre, sumida en el barbarismo o la prostitución, esa no se arrancará de ese estado con más trabajo y perseverancia.
Ambas batallas estaban entrelazadas. La emancipación sólo podía ser alcanzada por medio de la educación, y la educación tendría que llegar a todas las clases sociales. Las mujeres no solo se estaban en situación de desigualdad por su sexo sino que era doble la desigualdad en caso de hallarse en la pobreza.
Yo creo que se puede decir que Álbum de Señoritas y el Jornal das Senhoras son experiencias pioneras que pueden llamarse feministas. Son espacios de interpelación y de cuestionamiento a un estados de cosas que ella siente como injusto porque entiende que las mujeres, en tanto como mujeres, hay una serie de cosas que no pueden hacer.
Afirma Gabriela Mitidieri, historiadora de la UBA en el documental “Pioneras: mujeres viajeras”. Ambas experiencias editoriales fueron el desenlace de todo lo caminado y experimentado por Juana en sus viajes. Logró quitarse la venda de sus ojos para señalar las desigualdades e injusticias que vivenciaban las de su sexo. ¿Por qué había espacios prohibidos para la mujer? ¿Por qué no podía hacer uso de su inteligencia? ¿Por qué al denunciar aquellas injusticias era ella criticada y violentada verbalmente? Todas estos interrogantes brincaban continuamente en sus pensamientos.
“Es marimacho”. “Padece de desorganización cerebral”. “Arpía”. Los abucheos y las criticas, pasaron a ser violencia verbal y física contra Juana. Claro, porque su voz corría libremente por su garganta luchando contra los dictámenes del patriarcado. Diciendo lo que nadie se animaba a decir. Preguntando lo que nadie se animaba a cuestionar:
¿Por qué? ¿Si, por que ese largo martirio que empieza y acaba con la vida de la mujer? ¿Por qué se condena su inteligencia a la noche densa y perpetua de la ignorancia? ¿Por qué se ahoga su corazón desde los más tiernos años, la conciencia de su individualismo, de su dignidad como ser que piensa, y que siente? ¿Repitiendole: no te perteneces a ti misma, eres cosa y no mujer? ¿Por qué reducirla al estado de la hembra cuya única misión es perpetuar la raza? ¿Por qué cerrarles, las veredas de la ciencia, de las artes, de la industria, y así hasta del trabajo, no dejándole otro pan que el de la miseria, o el otro mil veces horrible de la infamia?”