Publicado el 07/09/2020
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El 5 de septiembre se conmemora el Día Internacional de la Mujer Indígena, en memoria de Bartolina Sisa, guerrera, comandanta y cabeza del mayor levantamiento aymara contra la corona española. Hoy queremos recuperar su figura y de aquellas mujeres indígenas que como actoras políticas lucharon por nuestra independencia y lo siguen haciendo hasta el día de hoy.
Durante el segundo encuentro de organizaciones y movimientos de América en Tiwanaku, Bolivia, realizado en 1983, se estableció el Día Internacional de las Mujeres Indígenas, en conmemoración de las luchas que mujeres y hombres libraron contra la opresión del Imperio español, pero principalmente se recuerda la valentía de Bartolina Sisa, por organizar y conducir junto a su marido Julián Apaza, conocido como Tupaq Katari, a un pueblo que estaba siendo fuertemente golpeado.
Seguramente todes hemos escuchado hablar de la rebelión de Tupaq Amaru II en territorio del virreinato de Lima, y su emblemática frase enunciada al ser sentenciado a muerte “Volveré y seré millones”, y de Tupaq Katari en el Qollasuyu, el sur aymara, pero poco sabemos del rol de las mujeres indígenas en las luchas por la independencia, que en búsqueda de la libertad, no sólo fueron partícipes, sino que estuvieron a la cabeza en la planificación y estrategia de sucesivas batallas, como fueron Micaela Bastidas y Bartolina Sisa.
Bartolina provenía de la línea de las Mamas T´allas, mujeres autoridades a la par de los hombres, que tenían incluso divinidades femeninas propias. Mujeres inteligentes, laboriosas, guerreras que eran contempladas con respeto dentro de la filosofía andina de los opuestos complementarios.
Los padres de Bartolina comerciaban hojas de coca y tejidos. Ella los acompañaba en sus viajes, hechos que le permitieron observar y tomar conciencia de las injusticias que las autoridades españolas habían cometido tras más de 200 años de dominación.
Bartolina se casó con Tupaq Katari y junto a otros líderes andinos, encabezaron el levantamiento aymara-quechua entre los años 1780 y 1781, siendo uno de los movimientos precursores de la independencia.
Bartolina va a destacarse por su coraje, quién gracias a su conocimiento de estrategia, comandó durante más de 8 meses continuos dos líneas de combate, pero nada encontramos de ella en los libros. Gracias a la revisión histórica que han realizado antropólogxs e historiadorxs con perspectiva de género, hoy podemos saber que su rol de comandanta político-militar fue de la misma jerarquía que la de su compañero Tupaq Katari.
Ya avanzadas las tropas hacia la ciudad de La Paz, fueron interceptados y Bartolina cae presa. Tupaq Katari intentará liberarla, pero en ese accionar será apresado, condenado y torturado a muerte, igual destino tendrá Bartolina, que tras una muerte cruel y atroz, pretendían que los “indios” “escarmienten”. Aunque la llama de la liberación ya estaba encendida.
Desde entonces, el espíritu insurrecto de Bartolina, que tanto quisieron ocultar, cobró vida y fuerza en cada mujer indígena, de esa forma, se batalló contra la discriminación, el racismo y la exclusión. Porque hablar de mujeres indígenas es hablar resistencia por ser mujeres colonizadas, de su clase, etnia y sexualidad.
Pero lejos de hablar de mujeres pasivas que padecieron las crueldades del imperio español y posteriormente de los poderes republicanos neocoloniales y racistas, víctimas del patriarcado y de las fuerzas del capital, es pensar en mujeres con voz, trabajadoras, dispuestas a dar eternas batallas por una definitiva independencia, que continúan desarrollando importantes tareas en sus comunidades y que lograron trascender a su espacio comunitario y adquirir visibilidad a nivel provincial, nacional e internacional en reclamos por el respeto de sus territorios y por la conquista de derechos.
Al recuperar aquellas mujeres que batallaron por la emancipación de sus pueblos, que además tenían un programa social, queremos hablar de algunos aspectos de la cosmovisión indígena andina fundamentales como elementos cohesionadores en contextos claves como cuando una fuerza externa constantemente intenta resquebrajar.
Me refiero al principio de dualidad que implica complementariedad no oposición, es equidad entre lo masculino y femenino. Y para las mujeres originarias es un concepto
fundamental. Porque son ellas las transmisoras de la lengua, de las costumbres, de los saberes ancestrales. Al hablar de equilibrio fluido y dinámico, es hablar de empoderamiento, de orgullo por la identidad originaria, de prácticas necesarias para recuperar los valores de la diversidad cultural.
Vida y muerte, Sol y Luna, día y noche, este y oeste, húmedo y seco, calor y frío, arriba y abajo, viento y fuego, perfume y fetidez… La complementariedad de la dualidad es un principio ordenador del cosmos, son el origen pareado-parido de la vida.
La reciprocidad no sólo funciona al interior del ayllu, sino que actúa de forma ampliada a todas las comunidades andinas para regular las relaciones sociales. Por eso mismo, la figura de Bartolina Sisa es tan valiosa, porque al hablar de dualidad y complementariedad, nos quita del imaginario a la mujer sumisa originaria, y las sitúa como mujeres que combatieron en diferentes frentes, al cumplir con las pautas tradicionales relacionadas con la reciprocidad entre el Estado y la Comunidad, y además, desempeñarse en cargos de autoridad y de guerra.
En conclusión, el principio de la existencia es la paridad, no la oposición/exclusión. Por ejemplo, la noche no es lo opuesto al día. Podemos decir que la noche necesita al día para existir, pero que, además de ser noche, es día, como el día también es noche.
En el día Internacional de las mujeres indígenas, queremos conmemorar a todas aquellas mujeres que siguen combatiendo en sus territorios, en sus hogares, en espacios de trabajo y educativos, que trascienden fronteras para ser escuchadas, que participan en los encuentros de mujeres desde sus inicios en el año 1987, que con prepotencia nos hacen pensar la diversidad cultural y la solidaridad de luchas entre mujeres.